El mezcal hecho por mujeres y pensado para que ellas ganen
El negocio mezcalero dirigido solo por mujeres de Yola Jiménez empezó con su abuelo. A finales de la década de 1960, él compró una granja en Oaxaca, cerca de su casa en San Juan del Río, y empezó a experimentar con el cultivo del ágave. Fue un proyecto personal que creció con el tiempo; al final, el abuelo de Jiménez pasaba más tiempo haciendo mezcal que en su trabajo cotidiano.
“Mi abuelo era progresista; también fue analfabeto hasta que se inscribió en la universidad y se convirtió en ingeniero”, dijo Jiménez hace poco desde las oficinas centrales de su empresa, en el vecindario de Silver Lake, en Los Ángeles. “Solo lo producía para sus amigos y su familia. Lo hacía por amor al mezcal”.
Ese amor fue heredado por Jiménez, de 35 años, quien nació y creció en Ciudad de México. En 2008, abrió una mezcalería en la ciudad, La Clandestina, donde servía versiones del licor de su abuelo, junto con otras variedades únicas e inusuales. A medida que la popularidad del bar aumentaba, la idea de hacerse cargo de los cultivos de maguey de su familia —y contratar únicamente a mujeres para destilar, embotellar y vender el producto— se convirtió en una realidad. “Algunas de ellas son las nietas de los trabajadores originales de la destilería”, dijo Jiménez.
Sabía que el proyecto era importante. “Este modelo ofrece empleos e ingresos que, según estudios, pueden tener un impacto más amplio en las comunidades”, afirmó.
Sin embargo, no había manera de saber lo popular que se volvería el mezcal en los últimos años. Las ventas de este licor con sabor ahumado se han disparado hasta en ciudades estadounidenses y la bebida es atractiva para muchos justamente porque es relativamente nueva en algunos lugares.
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