“Las mujeres necesitan más los carriles bici que los hombres para pedalear”
Londres está viviendo una revolución a golpe de pedal. La ciudad está probando innovaciones como las autovías ciclistas y las mini-Holandas que están multiplicando el número de gente que se mueve en bici. El cambio está impulsado por la sociedad civil y tiene consenso político: arrancó en 2012 con el alcalde conservador Boris Johnson, que invirtió unos 100 millones de libras (120 millones de euros) al año para infraestructuras ciclistas, y ha continuado con el laborista Sadiq Khan, que ha elevado esa partida hasta los 180 millones (210 millones de euros). La investigadora en transporte de la Universidad de Westminster de Londres Rachel Aldred (Chester, Reino Unido, 1976; 43 años) es una de las personas que más ha investigado sobre esta nueva movilidad y la brecha de género que se genera allí donde no hay carriles bici: “La bici como medio de transporte no puede crecer donde las condiciones solo sirven para hombres jóvenes valientes y en buena forma”, explica.
Pregunta. ¿Cómo ha sido el cambio de Londres para adaptarse a la bici?
Respuesta. El cambio empezó por la gente. Los jóvenes ya no quieren usar el coche y buscan medios de transporte alternativo. Y poco a poco cada vez más gente usaba la bici, pero las condiciones no eran aceptables. En 2008 Boris Johnson fue elegido alcalde de Londres y se desplazaba en bici, pero circulaba entre el tráfico. Johnson dijo que iba a iniciar una revolución ciclista pero se limitó a pintar carriles con pintura azul en el suelo, sin separación con el tráfico, y espacio compartido con los coches. Fue un paso peligroso, porque la gente veía la pintura azul y pensaban que estaban seguros, pero no lo estaban. Hubo muchos problemas en los cruces y varios ciclistas murieron. Entonces comenzaron las protestas. La gente dijo: ¿por qué tenemos un alcalde ciclista que promete una revolución ciclista y cada mes muere un ciclista? Un punto positivo fue que en 2010 arrancó un sistema de alquiler de bicicletas públicas. [El sistema, conocido popularmente como Boris bikes, tiene 400 estaciones y más de 6.000 bicicletas. El precio va desde las dos libras por un día a las 90 libras al año, y permite usar las bicis por tramos de media hora].
P. ¿En qué consistieron esas protestas?
R. En 2012 se lanzó la campaña Go Dutch (Vuélvete holandés) para hacer la ciudad más ciclista: pedían crear carriles bici seguros y protegidos con estándares de calidad como en Holanda y restringir el uso del coche en los barrios. En Londres muchos conductores usan las calles vecinales para evitar los atascos, por lo que no son tranquilas. Todos los políticos firmaron esa campaña. Ganó Johnson, que había dicho que construir infraestructuras ciclistas sería un error, pero rectificó.
P. ¿Ahora hay consenso político en este sentido?
R. Sí. El cambio no llegó de repente, fue un proceso. Transport of London, la autoridad de transporte londinense, ha pasado de una docena de personas trabajando en temas ciclistas en 2003 a unas 200 personas en 2013. Si tienes los fondos pero no tienes los empleados, ingenieros y urbanistas necesarios no puedes crear infraestructura ciclista adecuada.
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