Belén Funes: «Estamos viviendo una emergencia política y social»
La clase media se ha convertido en una fortaleza infranqueable”, sentencia Belén Funes, que dedica su ópera prima, La hija de un ladrón –sorprendente debut–, a una mujer de la clase obrera que pelea incansable por conseguir una vida normal. “En los barrios obreros de las grandes ciudades, la gente lucha por prosperar mínimamente aunque la realidad es que el sueño de una vida sencilla se convierte en algo inalcanzable”.
Protagonizada por Greta Fernández, que conquistó merecidamente la Concha de Plata a la Mejor Actriz en el Festival de San Sebastián, la película cuenta la historia “de un amor descompuesto entre un padre y una hija que están deseando amar pero no saben cómo”. Eduard Fernández, padre de la actriz, da vida al padre de esta ficción en una colaboración que se convierte en crucial por la humanidad y verdad que concede a su personaje. Álex Monner completa el reparto.
La hija de un ladrón nació de un proyecto sobre niños que enviaban a centros de acogida porque sus padres estaban en la cárcel. “Durante mucho tiempo me documenté y conocí a chicas y chicos en esas circunstancias. Quería saber qué sucedía con ellos, qué pasaba cuando una embarazada estaba en un centro de acogida, dónde iba luego…». A través del personaje de Sara, una joven de 22 años que ha tenido un bebé, la cineasta narra esta peripecia vital real, y desde ella habla de lo que casi no se habla en el cine para juzgar críticamente la realidad. En Público entrevistamos a Belén Funes, la joven directora responsable de esta cinta:
Las películas de los alumnos que salen de la ESCAC están habitualmente ambientadas en entornos de la burguesía, ¿tiene usted alguna relación con la clase obrera que retrata?
El mundo de Sara tiene mucho que ver con mi mundo. Mi vida, la comunión del hermano tiene que ver con mi propia comunión… y lo que no conocía he intentado investigarlo. El sonotone de la chica es real, lo de la cocina sucedería en la realidad igual que en la película… quería que todo fuera lo más real posible. Es mi propio entorno.
Entonces ¿usted pertenece a los márgenes?
Sí, a la Barcelona de los márgenes, y me interesaba explorar ahí. He visto a mucha gente luchar intentando sobrevivir. Quería poner delante de la cámara a la gente que atraviesa dificultades, personas a las que eso no les resta dignidad. Donde la política no ha llegado, llegamos los ciudadanos. Donde el Estado no te ayuda, te ayudan tus vecinos.
En la realidad, es decir, en la España de hoy, ¿van a cambiar las cosas para estas personas?
No, todo va a empeorar en la medida en que la inversión en lo social no aumente. Estamos viviendo una emergencia política y social. La película tiene mucho que ver con la crisis que atraviesa el país. Es un homenaje a la gente que ha sobrevivido, que ha salido adelante, a las personas que no se han ido.
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