La mujer, el pilar invisible que sostiene el mundo rural
«A las mujeres nos afecta todo lo que le afecta al sector, pero acentuado por ser mujer», explica Inma Idañez, responsable del área de Mujer de la organización agraria COAG y presidenta de Ceres (Confederación de Asociaciones de Mujeres del Medio Rural), quien confiesa que «no entiendo cómo cuando se habla de despoblación no se habla de agricultura y de mujer, que son los dos elementos que fijan, que fijamos, a la población en los pueblos».
La mujer desempeña en el mundo rural una doble función como productora y como mantenedora de servicios en el plano económico y como elemento clave de la estructura social, a pesar de lo cual las inercias patriarcales del campo la han relegado históricamente a un papel que formal y normalmente no ha pasado de secundario.
«Con lo que pagaría a la Seguridad Social una mujer [como autónoma] come la familia todo el mes«, ironiza Idañez en referencia al círculo vicioso que acaba arrinconando a la mujer en un plano prácticamente marginal en aspectos clave como la titularidad de las explotaciones familiares o la cotización que da el acceso a la pensión de jubilación.
A pesar de esa situación y a que «el sector primario no es nada atractivo«, añade, sí hay una corriente de mujeres jóvenes y muy preparadas que quieren volver al medio rural».
La urgencia de un relevo generacional
Un reciente estudio de COAG basado en la Encuesta de Estructuras de Explotaciones Agrarias del INE (Instituto Nacional de Estadística) apunta a un crecimiento de la presencia de la mujer en las estructuras productivas del campo español en los últimos años: el número de titulares pasó entre 2009 y 2016 de 278.334 a 285.497, un aumento de más de 7.000 (2,5%) con avances por encima de la media en Euskadi (5,16%), Cantabria (3,99%), Baleares (3,77%) y Andalucía (2,98%).
Sin embargo, y pese al crecimiento en la franja de edad millenial, el porcentaje de mujeres menores de treinta años que tienen una explotación a su nombre solo supone más del 1% del total de ellas en Catalunya (1,37%) y en Andalucía (1,15%), y es residual en potencias agrarias como Navarra (0,15%), La Rioja (0,07%), Murcia (0,03%) o la Comunitat Valenciana (0,1%), mientras el peso de las de 65 o más supera el 35% del colectivo en todas, lo que pone sobre la mesa la necesidad de un relevo generacional de 100.000 jóvenes agricultoras en los próximos años.
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