Entre la pandemia y el presidente: el delicado equilibrio de la jefa de gobierno de Ciudad de México
Fue el retrato perfecto de la delicada relación entre el presidente mexicano y su protegida.
En medio del auge de la pandemia, el presidente Andrés Manuel López Obrador convocó a sus aliados para una fotografía. Sin mascarillas y ansiosos por complacerlo, todos se apretujaron junto a él, excepto por una persona: Claudia Sheinbaum, una de sus colaboradoras de mayor confianza.
Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, estaba recelosa de acercarse demasiado. Así que ese día de abril se ubicó en un extremo. Fue literalmente la excepción, la única persona que mantuvo el distanciamiento social en la sala.
La distancia —física y política— que ponga entre ella y el hombre más poderoso de México definirá el legado de Sheinbaum, su futuro político y el destino de millones de personas que viven en la quinta ciudad más grande del mundo.
Desde el principio, López Obrador minimizó la pandemia y cuestionó de manera repetida los argumentos científicos sobre el uso de las mascarillas, además de hacer pocas pruebas. Buscando evadir los problemas económicos, apenas ha restringido los viajes. Durante su mandato, México se ha convertido en el cuarto país con el mayor número de muertes por coronavirus en todo el mundo.
Para Sheinbaum, una científica con un doctorado en ingeniería energética, mantenerse demasiado cerca del presidente implicaría ignorar las prácticas que sabe que beneficiarán a la salud pública. Si se aleja demasiado, corre el riesgo de perder el apoyo de un hombre que forja líderes políticos y que se dice la está considerando —a la primera mujer y la primera persona judía en ser elegida para gobernar a la capital de la nación— como la próxima candidata presidencial de su partido.
Hasta ahora, su estrategia ha sido seguir los preceptos de la ciencia, mientras se niega a criticar al presidente.
“Yo no voy a permitir que esto sea un conflicto político”, dijo Sheinbaum, de 58 años. Estaba sentada rígidamente en su escritorio, y su voz sonaba apagada por una mascarilla de tela. “Pero también creo que me corresponde una parte aquí en la ciudad y voy a cumplir con lo que yo creo”.
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