‘Es tu bebé o tu estatus migratorio’: las mujeres migrantes evitan ir al hospital
La primera vez que Britani supo que había algo mal con su embarazo fue una noche de julio de 2019, cuando comenzó a sangrar y se fue muy rápido a una sala de urgencias.
El médico de turno le comentó que tenía una infección que podría provocarle un aborto. Britani accedió a buscar un obstetra para tratar el problema, a sabiendas de que no iba a cumplir su palabra.
Como una mujer inmigrante sin permiso legal para vivir en Estados Unidos, Britani, ahora de 20 años, no tenía seguro de salud ni dinero para pagar su tratamiento en efectivo. Su única opción era solicitar beneficios públicos pero sus amigos le habían dicho que, si lo hacía, se volvería un blanco de deportación o pondría en riesgo su solicitud pendiente para la green card. Por lo tanto, no hizo nada, con la esperanza de que se le pasara la infección.
Unas semanas más tarde, Britani despertó a su esposo abruptamente en medio de la noche y le dijo que trajera a su madre, quien estaba en la habitación de al lado. Regresaron y encontraron a Britani doblada del dolor, con el rostro empapado en lágrimas.
“Hay mucha sangre”, advirtió Britani.
Cuando el presidente Donald Trump desató sus medidas agresivas en contra de la inmigración, las personas sin un estatus legal hicieron todo lo posible para borrar las huellas de su existencia a fin de no ser expulsadas. Se ocultaron en casa para eludir una serie agresiva de nuevos arrestos en las calles. Y miles abandonaron los programas de protección social para evitar una política que representa una amenaza menos visible. Con base en una expansión de los límites a las “cargas públicas”, el gobierno de Estados Unidos señaló que iba a detener la legalización de los inmigrantes que vivieran en el país con permiso legal y hubieran usado algunos beneficios públicos.
Aunque los inmigrantes que viven en Estados Unidos sin permiso legal no son elegibles para la mayoría de los programas de protección social y han demostrado que usan los que están disponibles en tasas más bajas que los ciudadanos estadounidenses, el gobierno de Trump declaró que la expansión era necesaria para desalentar de mudarse a Estados Unidos a la gente que no pudiera mantenerse económicamente. “Bienvenidos sean los cansados y los pobres que pueden valerse por sí mismos y que no sean una carga pública”, dijo en ese momento Kenneth Cuccinelli, el director interino del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos.
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