Mi hijo tiene 3 años y no le pongo ningún tipo de pantalla: no sabe quién es la Patrulla Canina ni Peppa Pig ni ha visto vídeos en el móvil
Autobús urbano en Madrid. Se sube una madre con su hija montada en un carrito. A ojo no debe tener más de un año y poco. Empieza a llorar. La madre saca el móvil y le pone unos dibujos animados. La niña deja de llorar y continúa viendo la pantalla hasta que bajan del autobús. Niños pequeños, móviles, ‘tablets’ y televisiones. Escenas que se repiten en otros lugares como bares, incluso en parques y, por supuesto, dentro de las casas. Para algunas personas, muchas, es lo normal. A otras, entre las que me incluyo como padre de un niño de casi 3 años, nos sorprende y preocupa. Mi hijo no ha visto todavía la televisión ni vídeos en el teléfono. Y tengo la sensación de que somos un caso extraño y minoritario.
Quiero que quede muy claro que con este artículo no pretendo juzgar a nadie. Soy de los que piensan que todas los padres y madres son personas que actúan para darle lo mejor a sus hijos e hijas. Conviene que quede claro esto desde el segundo párrafo porque la crianza es en muchas ocasiones dura y no necesita nadie que esté continuamente escrutando tus comportamientos.
Sobra decir que hay mucha gente, por diferentes motivos, que no accede a las informaciones relacionadas con los perjuicios que pueden tener el uso de pantallas. O no les dan importancia. Pero es que estas cosas también suceden en personas que sí saben de qué va el tema. En este punto siempre recuerdo una frase de un compañero de trabajo que me dejó un libro sobre crianza meses antes de que yo fuera a ser padre: «El único consejo que te doy es que la teoría está muy bien pero lo difícil es la práctica». Esas palabras creo que reflejan muy bien las posibles contradicciones que llegamos a tener en muchos puntos de la etapa evolutiva de nuestros hijos. Es decir, hay mucha gente que se informa, que se interesa por leer cuestiones teóricas sobre crianza pero a la que la realidad práctica le arrastra a algo que saben que no dicen «los manuales».
Volvemos a las pantallas. Dicho todo esto sí que me suelo hacer, especialmente, una pregunta ¿Por qué les ponemos una serie de dibujos animados en móviles, tvs y otros dispositivos a nuestros hijos de 1, 3 o 5 años? Me temo que una de las respuestas más frecuentes será: «para que yo pueda hacer otras cosas». Cambiamos ese «cosas» por fregar los platos, hacer la comida, ducharse y, especialmente en tiempos pandémicos, teletrabajar. Insisto, no juzgo a nadie y cada cual tendrá sus circunstancias, pero sí me gustaría darle una vuelta a esto. ¿No hay ninguna otra actividad, absolutamente ninguna, que pueda suplir a una pantalla? ¿Lo hemos intentado u optamos por lo cómodo?
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