El papel de las mujeres en el combate contra la COVID-19
Gestionar una pandemia ha sido, tal vez, uno de los retos más difíciles a los que se ha enfrentado el mundo en la última década. Los avances científicos, las decisiones políticas y la gestión sanitaria del coronavirus no habrían sido posibles de no haber contado con mujeres tanto en posiciones de mando como en la primera línea de combate al virus. Algo que podría parecer una obviedad resulta increíble si se pone a la luz de los datos sobre el lugar que ocupan las mujeres en la ciencia o en la propia política, campos en los que enfrentan las desigualdades todavía no superadas.
Desde Newtral.es hemos querido resaltar el papel de algunas de ellas a través del contexto que les ha tocado vivir.
El desarrollo de las vacunas
El año en que Sarah Gilbert, la investigadora británica líder de la vacuna de Oxford, comenzó a desarrollar vacunas contra enfermedades nuevas, en 2014, las mujeres todavía eran una minoría en el mundo de la investigación. Como señala la UNESCO en su Science Report de 2015, solo el 28% de las posiciones de investigación al nivel postdoctoral estaban a cargo de mujeres, algo que “se convierte en un abismo en los escalones más elevados de la adopción de decisiones”, apunta el informe.
“Además, tienden a tener un acceso más restringido a la financiación que los hombres, y están peor representadas en las universidades de prestigio y entre los profesores universitarios titulares, lo que las pone aún más en desventaja en lo que respecta a las publicaciones de alto impacto”.
De hecho, en 2020 las mujeres solo recibían el 37% de las ayudas otorgadas a diferentes investigadores en los campos de ciencias de la salud, ciencias físicas e ingeniería, ciencias sociales y humanidades de la Unión Europea, como recoge el Consejo Europeo de Investigaciones (ERC).
El mundo académico también sigue siendo un frente abierto para la igualdad. Por ejemplo, el mismo año en que Gilbert comenzó a trabajar como profesora adjunta, en 2014, el 45% del personal académico en universidades de Reino Unido eran mujeres, pero solo una de cada cuatro eran profesoras (23%), el rango académico más alto en ese país. La brecha era aún mayor cuando entró a trabajar en la Universidad de Oxford, a mediados de los 90, como recoge la BBC.
En su último informe de 2021, la UNESCO retrata que, en general, las investigadoras suelen tener carreras más cortas y peor pagadas. “Su trabajo está poco representado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos. Las mujeres suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y, aunque representan el 33,3% de todos los investigadores, solo el 12% de los miembros de las academias científicas nacionales son mujeres”.
Leer el artículo completo en Newtral.