La atención temprana a menores depende del código postal y de los recursos familiares
«Cuando mi hijo Miquel tenía dos años y medio nos dimos cuenta que algo no iba bien. Una valoración neurológica determino que tenía un desfase y que necesitaba atención temprana. Tardaron cinco meses en valorarlo en el centro especializado de la Comunidad de Madrid, que determinó que precisaba estimulación y logopedia. Entones solicitamos una plaza pública y desde hace tres años Miquel está en lista de espera. En junio lo sacarán de la lista porque tendrá seis años, la fecha tope para recibir atención temprana en la Comunidad de Madrid. Desde sus tres años el tratamiento lo costeamos nosotros por lo privado con un esfuerzo económico tremendo».
Quien cuenta este historia a Púbico es Ruth, su madre. Explica que en estos años se han privado de cosas para poder darle a Miquel «todo lo que necesitaba para que pudiera llegar hasta donde él pudiera llegar», pero que muchas familias tiran la toalla abrumadas por la burocracia, las listas de espera y la imposibilidad de pagar los tratamientos privados que precisan de intervención pronta. Un desembolso que depende de las necesidades del menor, pero que puede oscilar entre los 300 y los 600 euros mensuales.
La atención temprana es el nombre que engloba a un conjunto de intervenciones destinadas a tratar las alteraciones del desarrollo de niños entre 0 y seis año y que pueden suponer una barrera para su progreso psicomotor, cognitivo, del lenguaje, de su autonomía o del área social y afectiva. Óscar Hernández, portavoz de la Plataforma por la Atención Temprana que reúne a las familias afectadas por la administración, se lamenta de que muchas personas desconoce qué es la atención temprana y cual es su relevancia. Lo relacionan con los trastornos del espectro autista, la parálisis cerebral infantil o la espina bífida. «Pero la realidad es que cualquier niño puede estar en situación de necesitarla. Nacer prematuro puede suponer problemas en el neurodesarrollo, o puede ser un accidente el que ocasione esta necesidad».
Se estima que el 10% de la población infantil precisa de esta atención temprana. En nuestro país esto supone que 250.000 niños necesitan tener acceso de esta intervención. La palabra clave aquí es «temprana», explica Hernández. «Como su nombre indica tiene que ser precoz. Es necesario que las intervenciones comiencen lo antes posible para que se pueda utilizar esa cualidad del cerebro que es la plasticidad y ésta es más maleable en los primeros años de vida. Principalmente entre los 0 y los seis años».
Leer el resto del artículo en Público.