“Identificamos muy tarde que un alumno tiene dificultades de aprendizaje”
De pequeño, Juan E. Jiménez (Gran Canaria, 62 años) experimentaba mucha dificultad para aprender en el colegio. Ahora es catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Universidad de La Laguna y lleva más de dos décadas estudiando las dificultades de aprendizaje. “Me pongo en la piel del alumno cuando quiere aprender y no puede progresar”, comparte. En 2016 coordinó un programa piloto para reducir déficits educativos entre alumnos de cinco a siete años, en colaboración con la Consejería de Educación de Canarias. La hipótesis detrás del llamado modelo de respuesta a la intervención temprana (RtI) es simple: detectar y rectificar cuanto antes estas dificultades para prevenir que los alumnos repitan curso. Algo que ocurre en España mucho más a menudo que en otros países de su entorno: el 29% de los alumnos de 15 años ha repetido al menos una vez. En Canarias, esa cifra se eleva al 36%, por encima del resto de comunidades autónomas. Los hallazgos de este experimento fueron recientemente publicados en revistas científicas y los resultados son favorables: la brecha de aprendizaje entre los escolares intervenidos se redujo.
Pregunta. ¿Cómo funciona el modelo RtI?
Respuesta. Consiste en evaluar al alumnado, identificar quiénes presentan dificultades de aprendizaje e intervenir de manera personalizada e intensiva para corregir estos déficits en lectura y matemáticas.
P. ¿Por qué es importante la intervención en infantil y primaria?
R. En 2012 participé en una comisión asesora del Ministerio de Educación y elaboramos un informe en el que encontramos que en la mayoría de las comunidades se espera hasta tercero o cuarto de primaria [ocho y nueve años] para empezar con la evaluación psicopedagógica del alumnado para ver si tienen dificultades para aprender. Llegamos muy tarde. Nosotros encontramos en el estudio que cuanto más temprana es la intervención, mejor. Los resultados que obtuvimos en infantil [hasta cinco años] eran tremendamente mejores de los de primaria.
P. ¿Por qué el programa se enfocó en la lectura y las matemáticas?
R. Son los cimientos sobre los que se construye todo el aprendizaje escolar posterior. La mejor inversión que se puede hacer en educación es en prevención, en dotar a los centros de recursos para prevenir dificultades a la hora de aprender. De lo contrario, siempre resultará mucho más caro para los centros. Además, será más difícil recuperar a ese alumnado que va acumulando un fracaso consecutivo, que le hace desarrollar un sentimiento de indefensión que luego repercute en sus relaciones y su autoestima. Eso es lo que se traduce a las altas tasas de repetición y fracaso académico.
P. ¿Cómo se implementó el modelo en el curso 2016-2017?
R. Seleccionamos 120 centros experimentales y 15 de control, con un total de 8.000 estudiantes. Formamos a los profesores y ellos administraron una serie de pruebas al inicio del curso para identificar cuáles alumnos estaban en riesgo de presentar dificultades de aprendizaje. Los maestros tenían que introducir los resultados de estas pruebas en nuestra plataforma web, que automáticamente medía el nivel de aprendizaje de cada alumno en una serie de gráficos. Así los docentes identificaban a los alumnos que necesitaban la intervención para corregir los déficits educativos. Se trabaja directamente con estos niños en grupos de no más de cinco durante tres a cuatro sesiones a la semana, de unos 50 minutos cada una. Las evaluaciones se repitieron a mediados y a finales del curso para ver si los alumnos estaban respondiendo adecuadamente a la intervención.
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