Hablan los «aliados» por la igualdad: entre el escepticismo del feminismo y la indiferencia de muchos hombres
Hombres por la igualdad. Cómplices. Hombres feministas. Aliados. Aunque el nombre pueda parecer lo menos importante, la forma en la que se llaman los hombres que se sienten interpelados por el feminismo y que tratan de aplicarlo en sus espacios y en sus vidas ya desata el debate. ¿Pueden los hombres ser feministas?, ¿se apropian así de una genealogía que no les pertenece?, si son cómplices, ¿por qué nos siguen haciendo daño?, ¿es aliado un disfraz tras el que esconder lo mismo de siempre, una apariencia que sirve para quedar bien más que para otra cosa?
El encuentro ‘Sevilla #21OCT21’, una iniciativa colaborativa en la que participan organizaciones como Fundación Iniciativa Social, la red de Hombres por la Igualdad, MenEngage o la Fundación CEPAIM, ha reunido a varias decenas de hombres de distintos puntos de España para intentar dar respuesta a algunas de las muchas preguntas que ellos mismos tienen sobre su activismo, su posición política, su agenda y los conflictos que atraviesan su día a día. Es parte de un proceso: cientos de hombres, y también mujeres, llevan un año debatiendo online y preparando un encuentro que quería revivir el espíritu que llevó a convocar las primeras jornadas de hombres por la igualdad hace 20 años o los 15 de la primera manifestación estatal de hombres contra la violencia machista.
José Ángel Lozoya es uno de los más veteranos. Con 70 años fue pionero, creó el programa de Hombres por la Igualdad en Jerez y formó parte de la asamblea que constituyó el movimiento. Fue ahí donde comenzó el debate sobre qué nombre usar públicamente. «Había otras posiciones: hombres antipatriarcales, hombres profeministas… A mí me parecía que hombres por la igualdad era un nombre en positivo y que la igualdad es una reivindicación democrática que las feministas habían puesto en la agenda pero que debería interesar a todo el mundo». Ni cómplice ni aliado le convencen; el primer término porque parece hablar de un mero «coautor necesario,» el segundo, de «una especie de agregado». «Y lo de feminista, un poco de impostura, no me parece que nos tengamos que sumar a un nombre que de alguna manera parece que nos permite opinar en nombre del feminismo».
Leer el artículo completo en El Diario.